¿Cómo resumir en un puñado de palabras “Un hombre afortunado” de John Berger? ¿Cómo plasmar las reflexiones de un grupo de médicos en una reunión informal que hacemos llamar club de lectura? Este mes hemos acompañado silenciosamente al autor durante el año que pasó junto a John Sassal, un médico de familia rural en la campiña inglesa que, a través de su trabajo e implicación social se convierte en el archivero de la historia de su pueblo. Qué bonito título, hemos pensado la mayoría de lectores, ¿y no será que nosotros, como médicos de familia, aspiramos precisamente a ocupar ese cargo con nuestros pacientes? Sí, es verdad que también tenemos en nuestras manos la salud de aquellos que a nosotros se encomiendan, sin embargo, por todos es sabido que sólo a veces logramos resolver el mal que uno aqueja y, de hacerlo, será cuestión de tiempo que vuelva a requerirnos.
Aunque no se trata de un libro excesivamente largo y en su mayoría resulta sencillo de leer, hay partes que, por la profundidad de sus comentarios, pueden hacerse cuesta arriba, y así lo han hecho notar parte de nuestro grupo. Personalmente os animaría a no cerrar el libro al llegar a esas páginas puesto que, pese a llevar más de 50 años escrito, el ensayo de Berger, sigue rezumando actualidad en cada una de sus páginas y su lectura simplemente merece la pena.
Y es que la sociedad cambia, pero los pacientes siguen demandando que su médico les reconozca como un ser que sufre y les ayude a buscar la manera de paliar ese sufrimiento, sea cuál sea su naturaleza. Además, no se nos demanda que lo hagamos a través de una fórmula mágica universal, los pacientes quieren que su médico les ayude a buscar la solución adecuada para su situación concreta y, créanme si afirmo, que un médico de familia es el especialista adecuado para ello.
Con la lectura de “Un hombre afortunado”, hemos sido testigos de la evolución del Dr. Sassal que se inicia en la práctica clínica con el deseo de ser casi un superhombre capaz de arreglar cualquier problema de salud, con una visión mecanicista de la biología humana y que, a medida que madura, descubre la importancia del acompañamiento. O lo que es lo mismo, la longitudinalidad y la medicina centrada en el paciente. Aprovecho este punto para destacar los ejemplos magistrales de entrevista clínica y refuerzo positivo a los pacientes.
También, hemos recordado cuáles son las características de un buen médico al que además de conocimientos y destreza técnicos se le pide que sea honrado, no se asuste del trabajo, que sea fácil hablar con él, que seamos amable, compasivo, que no sea estirado, que sepa escuchar, que siempre acuda cuando lo necesite y que sea concienzudo. Ahí está otra vez, otra verdad escrita en 1967 y que los médicos de hoy seguimos esforzándonos por conseguir alcanzar.
Cierto es, que nuestra realidad, en un centro de salud urbano, dista del día a día de Sassal, hemos comentado que su implicación con la comunidad es mayor que la nuestra y nos hemos planteado si existe la manera de ser más participativos fuera del centro de salud, de ahí la vertiente comunitaria de nuestra especialidad, además Berger describe al médico como un ser activamente político, implicado y activo con los quehaceres y preocupaciones de la sociedad de su tiempo.
Por otro a lado, no es menos cierto que nosotros podemos aspirar, igual que el protagonista de este ensayo, a disfrutar del privilegio de ser médicos y a sentirnos hombres y mujeres afortunados que estamos haciendo aquello que queremos, sabemos lo que buscamos, somos conscientes de nuestras limitaciones y aceptamos nuestra sensibilidad.
Siento que se me acaban las palabras y me dejo miles de ideas sin sintetizar (la irreversibilidad del tiempo, cómo el médico afronta la muerte…) pero un resumen debe ser precisamente eso, e invitar al lector a zambullirse en el libro y a que realice sus propias reflexiones.
Castellón a 19 de junio de 2022
Texto elaborado por Marta Frau Maestre (Residente de MFyC en el CS Rafalafena), a partir de las notas del grupo lector de DR.
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